
Esta narración se centra en el conflicto entre Bagarok y Caciro sobre la propiedad de un pozo de agua. Cada uno de estos dos agricultores tenía diez hectáreas de terreno adyacente:
Dado que una hectárea es igual a 10.000 metros cuadrados, entonces diez hectáreas equivalen a 100.000 metros cuadrados: 10 × 10.000 m² = 100.000 m².

Bagarok cultivaba un trigo dorado y jugoso que después vendía a una molinera para hacer pan, mientras Caciro se dedicaba al cuidado de doscientos nogales frondosos y generosos, cuyas nueces usaba para alimentar a sus animales y vendía el sobrante en el mercado de la Plaza Mayor de Celadilla.
En el límite entre sus tierras, había un pozo de agua fresca. Su origen es un misterio; Bagarok sostenía que lo había excavado su ancestro Habis, mientras que Caciro aseguraba que su tatarabuela Dalenimar lo construyó durante una sequía.
El pozo se convirtió en motivo de disputa entre los campesinos, llegando a lanzarse piedras y amenazas al intentar sacar agua. El miedo evitaba que otros se acercaran, aunque las vecinas que la probaron decían que era el agua más limpia y fresca que habían bebido.
La reina Kara, al enterarse del conflicto, decidió intervenir. Convocó a los campesinos y tras escuchar sus argumentos, les propuso un plan para resolver su error.
Ordenó a la cocinera más renombrada de Celadilla, Doña Aruningica, preparar un plato exquisito con los productos de ambos, usando el agua del pozo. Aruningica, prudente y astuta, aceptó el reto de la reina y se puso manos a la obra.

Aruningica llamó a su ayudante Biurbetin y le dio las siguientes instrucciones:
Lleva el carro, tirado por dos bueyes, hasta la parcela de Bagarok. Recoge suficiente trigo para hacer dos kilos de harina y algo más, luego recoge cincuenta nueces de los nogales de Caciro. Una vez cargado el carro, saca un cubo grande de agua fresca del pozo. Después, ve al mercado y cambia un poco de harina y algunas nueces por un jarro de miel y otro de leche fresca.
Biurbetin siguió las instrucciones. Transportó el trigo al molino de Dña. Kontrebiay y, mientras lo molían, peló las nueces. Con la harina lista, se dirigió al mercado y canjeó la mitad de las nueces y un cuarto de la harina por miel y leche. Luego llevó todo a la cocina de la residencia de Kara y entregó los ingredientes a Dña. Aruningica. Ella mezcló los ingredientes en proporciones secretas y amasó con agua limpia del pozo. Después de amasar, horneó la mezcla en un horno de piedra calentado con leña de olivo durante dos horas. Al finalizar, sacó el pan y se lo ofreció a Kara.

La reina congregó a Bagarok y Caciro, presentándoles el pan elaborado con productos de sus campos y agua de su pozo. Frente a ellos se encontraba un pan de nueces cuyo aroma podía satisfacer a un ejército. Al degustarlo, se emocionaron tanto que derramaron lágrimas de felicidad. Era el pan de nueces más delicioso que jamás se había creado.
Tras disfrutar del pan, Kara les hizo ver que el resultado era fruto de la cooperación, no del enfrentamiento, y que unidos, compartiendo recursos, podían crear algo extraordinario.
El trabajo en equipo conduce a logros impresionantes que redundan en beneficio de todos.
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