Recuerdo que era muy pequeño y, junto a mi hermanita, papá nos llevó a visitar a mamá al lugar donde estaba. La entrada era antigua y nos intimidaba un poco. Todo el sitio se veía gris y sombrío.
En la entrada, una mujer muy seria, con gafas y vestida de negro (parecía enfadada), nos guio por un largo pasillo que olía a alcohol medicinal. Esta mujer era una monja, una persona que dedica su vida a su dios y suele vivir en un convento, aunque algunas trabajan en centros que dependen de la Iglesia o en lugares como aquel donde estaba mamá, similar a los frailes que trabajaban en el hospital San Juan de Dios donde estuve ingresado. Esta mujer nos habló de manera despectiva de mamá, la insultó con una palabra muy fea y que a esa edad no comprendía su significado, pero nunca la he podido olvidar, pero no nos afectó, ya que nuestra alegría de verla de nuevo era inmensa.
Sin embargo, no todas las personas son iguales. He conocido frailes y monjas que eran muy amables y simpáticas. Una cosa es su profesión y creencias, y otra, su comportamiento. Las personas actúan según su educación y cómo interpretan lo que ven y oyen, independientemente del dios en el que crean.
Lo que realmente importa es lo que albergan en su mente y corazón.
Por eso, ¡nunca debemos prejuzgar a nadie!
A mamá tampoco le permitían casarse con papá; era imposible, ya que el divorcio estaba prohibido. Ya os he contado que las autoridades borraron el apellido de mamá de nuestro nombre, por lo que ni mis hermanas ni yo lo llevamos, por este motivo hace ya muchos años intenté cambiar uno de mis apellidos por el de mamá, pero era muy costoso y complicado. Era necesario modificar todos los documentos importantes, como si hubiera nacido de nuevo. Por ello, decidí que siempre que escribiera o firmara algo, incluiría el apellido de mamá, Poveda.
Es por esto que, desde hace muchos años, uso el diminutivo “Po”, que son las dos primeras letras de Poveda, en honor a mamá.
Un diminutivo es un morfema, la unidad más pequeña del lenguaje, se utiliza para formar palabras más cortas y expresar cariño.
En este caso, es una muestra de mi amor hacia mamá.
Un día, mamá fue liberada y la familia volvió a reunirse.
Mamá siempre deseó visitar a mis hermanos Francisco y Mario y con bastante frecuencia nos hablaba de ellos. A veces, tomábamos el tranvía para ir a la casa donde vivían, pero nunca le permitieron verlos. (Me encantan los tranvías, son un medio de transporte ecológico). No puedo olvidar a una mujer muy desagradable que se molestó con mamá cuando fuimos a ver a mis hermanos. También se negó entregarle la máquina de coser de mi abuela, pero mamá se negó. Muchos años después, pudo recuperarla y formó parte de la herencia de mi hermana Ana. Es lo justo y por ello, estoy muy feliz.
Estuve resentido con mis hermanos por un tiempo, ya que cuando mamá murió, no asistieron a su funeral. Pero ahora entiendo que cada persona tiene sus propios pensamientos y emociones, y no debemos juzgarlos.
Deja una respuesta