Después de ofreceros un breve resumen sobre las ideologías políticas, continúo con mi historia de vida.
Una de las libertades que la nueva democracia nos otorgó fue la ideológica, religiosa y de culto, como podéis consultar en el artículo 16 de la Constitución Española.
En aquel momento, me sentía como un explorador en busca de nuevos descubrimientos. No es que de repente surgieran inquietudes religiosas en mí; más bien, deseaba entender el motivo de tanto simbolismo religioso omnipresente. Tras mucha reflexión, me uní a una nueva religión que comenzaba su andadura en España. No sabría explicaros el porqué, pero posiblemente me pareció más actual y sencilla. Estudié la Biblia y otros textos en mi búsqueda de conocimientos.
En una ocasión, paseando por el Paseo Vara del Rey en Eivissa, un lugar que me gustaba frecuentar casi todas las tardes, simplemente me sentaba en uno de sus bancos a observar a las personas pasar ante mis ojos. Me dedicaba a elucubrar (imaginar) sobre sus vidas, pensamientos y culturas, solo observando su manera de caminar o cómo iban vestidos.
Un día, mientras estaba sentado en uno de esos bancos, un joven un tanto desaliñado, con aire de hippie, se acercó a mí y me hizo una pregunta inesperada: “¿Sabes que Jesús es tu salvador?”
No es que la pregunta me incomodara, pero debo reconocer que en aquellos días no estaba seguro de la respuesta. Estaba inmerso en la lectura de libros e investigaciones de la nueva religión. Le respondí que de momento no creía en un dios físico, me inclinaba más por las teorías científicas origen del universo.
Él intentó convencerme de la figura de Jesús como salvador, de sus palabras y hechos como prueba. Yo debatía amablemente con él, pero sus argumentos no lograban convencerme. Después de un buen rato, se mostró muy enfadado, se levantó bruscamente y concluyó que yo tenía “basura” en mi mente y, por lo tanto, estaba condenado. “No vale la pena seguir conversando contigo”.
Esta reacción sí me dejó desconcertado, pues la imagen que me había formado de él no era precisamente la de una persona tan cerrada e intolerante. Pero así fue.
Esta experiencia me enseñó que, aunque encontremos personas que intenten imponer sus creencias con pasión y hasta con intolerancia, es fundamental mantenernos firmes en nuestra búsquedas personales. No debemos dejarnos influenciar por el enfado o la rigidez ajena, sino continuar explorando nuestras propias convicciones con mente abierta y respeto hacia las diferentes perspectivas.
Existen numerosas religiones en el mundo, cada una con sus propias creencias y prácticas. Aquí tienes una lista de algunas de las religiones más conocidas, junto con la cantidad de seguidores que tienen aproximadamente:
- Cristianismo (catolicismo, protestantismo y ortodoxia): 2.200 millones de personas¹.
- Islam (sunismo, chiismo y sufismo): 1.900 millones de personas.
- Hinduismo (vaisnavismo, shivaísmo y smartismo): 1.200 millones de personas.
- Budismo (theravada, mahayana y vajrayana): 535 millones de personas.
- Religión tradicional china: 407 millones de personas.
- Sijismo: 28 millones de personas.
- Judaísmo: 18 millones de personas.
- Jainismo: 12 millones de personas.
- Bahaísmo: 8 millones de personas.
- Religión yoruba (santería, umbanda y similares): 5 millones de personas.
- Sintoísmo (oshitsu, jinja, shuha y minzoku): 4 millones de personas.
- Candomblé: 3 millones de personas.
- Neopaganismo (wicca, druidismo y similares): 1 millón de personas.
- Zoroastrismo: 137 mil personas.
Las religiones se pueden clasificar en teístas, que creen en uno o más dioses, y no teístas, que no reconocen un dios personal, pero sí un orden cósmico divino. Además, muchas de estas religiones están divididas en sectas o denominaciones que mantienen creencias básicas comunes, aunque varían en prácticas o interpretaciones específicas.
Sus principales libros sagrados son:
- La Biblia: Esencial para el cristianismo, se divide en Antiguo y Nuevo Testamento. El primero relata la historia del pueblo hebreo y el segundo, la vida de Jesús.
- El Corán: Libro sagrado del islam, considerado la palabra divina transmitida a Mahoma. Compuesto en árabe, consta de 114 suras que abordan temas como la creación y la moral.
- La Torá: Fundamento del judaísmo, incluye los cinco libros de Moisés y establece las normas éticas y religiosas judías.
- Bhagavad Gita: Diálogo entre Arjuna y Krishna, ofrece lecciones sobre la vida y la espiritualidad, siendo una guía hacia la liberación espiritual.
- Avesta: Conjunto de textos del zoroastrismo, con himnos y enseñanzas de Zaratustra, reflexiona sobre el bien y el mal y la justicia.
Estos textos ofrecen sabiduría aplicable a la vida, incluso si con el tiempo vuestras creencias evolucionan o desaparecen.
Durante años, traté de comprender la noción de un dios creador y las razones de su aparente abandono de la humanidad. Pensé que, profundizando en los textos sagrados y con fe suficiente, podría evolucionar como persona. Sin embargo, confieso que no hallé respuestas para mi, entendí que ninguna fe detenta la verdad absoluta, pero aprendí a expresarme, a no temer a lo desconocido. La verdadera sabiduría radica en comprender y respetar las creencias ajenas sin dejar de ser fieles a nuestro propio camino. Tras todos esos años, concluí en el principio que ha regido mis actos hasta el presente:
Si albergas odio en tu mente, independientemente del dios o religión que profeses, tus acciones jamás serán benevolentes.
Si os interesan estos asuntos, podéis pedirle a mamá o a papá que os busquen información. No está de más investigar y aprender, encontrareis consejos sabios que os serán de utilidad en vuestra vida, aunque con los años cambiéis de religión o dejéis de creer.
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