
Continué mi labor como voluntario en la Cruz Roja, pero consideraba que podía aportar en otras causas. Por ello, decidí unirme a un sindicato de trabajadores llamado Comisiones Obreras (CCOO). Aunque a mis jefes en el taller metalúrgico no les gustó la idea, ya estábamos en un país democrático y no lograron disuadirme.
Recordad que, el principal objetivo del sindicalismo es la mejora de las condiciones laborales y la defensa de los intereses de los trabajadores respecto de sus empleadores, jugando un papel determinante en la lucha por los derechos laborales.
Os hago un resumen de su historia:
El sindicalismo surgió en la Revolución Industrial del siglo XVIII acompañando la transición hacia la democracia occidental y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano tras la Revolución francesa. En ese periodo la máquina de vapor se va implantando en las fábricas reemplazando al trabajador manual. Surgen las grandes industrias y los pequeños talleres desaparecen. Durante la primera mitad del siglo XIX los trabajadores se organizan para reivindicar derechos y mejoras en sus condiciones laborales. En 1829 aparecen en Europa la primeras organizaciones obreras sindicales denominadas syndicat en Francia y trade unions en Reino Unido.

Las primigenias uniones sindicales se distribuían por oficios, agrupándose progresivamente para formar grandes sindicatos de carácter nacional e internacional y así obtener mayor peso y fuerza reivindicativa frente al empresariado.Es a partir de su legalización en gran parte de los países occidentales (segunda mitad del siglo XIX), cuando su papel como agentes sociales, cobra una importante relevancia, especialmente en los contextos históricos del siglo XX.
El sindicalismo en España tiene una larga historia. El primer sindicato en la historia del movimiento obrero en España fue la Asociación de Tejedores de Barcelona, fundada legalmente en 1840 durante la Regencia de Espartero. Desde principios del siglo XX y hasta la llegada de la dictadura, la CNT y la UGT fueron los principales sindicatos. Durante la dictadura de Franco, fueron prohibidos aunque intervenían en la clandestinidad en oposición al régimen político. En los últimos años de la dictadura el principal sindicato llegó a ser las clandestinas e ilegales Comisiones Obreras.

Con la transición democrática, los sindicatos obtuvieron reconocimiento en la Constitución de 1978, definiéndose como organizaciones defensoras de los intereses de los trabajadores. Se legalizaron las Comisiones Obreras (CCOO) y, junto con la Unión General de Trabajadores (UGT), se convirtieron en los sindicatos predominantes en España. Existen otros muchos sindicatos de carácter nacionalistas, anarcosindicalistas, profesionales y amarillistas (un sindicato amarillo es aquel que está creado y controlado por la empresa, por lo que, principalmente, responden a los intereses de esta antes que a los de los trabajadores).
Durante esos años de mi juventud, me sentí profundamente comprometido. Estaba convencido que era fundamental luchar por la restitución de los derechos que la dictadura de Franco había suprimido. Deseaba participar en la consolidación de la nueva democracia. Consideré que unirme a un sindicato sería un medio para empezar.
Mi hermana Ana trabajaba como administrativa en la delegación territorial de las CCOO. Le solicité que me presentara a los líderes sindicales y, durante un año, asistí con regularidad a las reuniones, involucrándome activamente en la dinámica interna de la organización. Tras más de un año de trabajo y con mi relativa capacidad de expresión y escritura, las y los compañeros me eligieron democráticamente como secretario de la Federación del Metal, una de las ramas más activas del sindicato, junto con la de construcción.
Era un trabajo voluntario (no retribuido), pero participé en la firma de convenios colectivos, en la organización de asambleas y en acciones reivindicativas como huelgas (un método de protesta donde los trabajadores cesan sus labores para acelerar la consecución de sus reivindicaciones).También tuve que asistir a entrevistas en la radio, lo cual me ponía muy nervioso. Era muy joven y admito que tenía mucho que aprender. Sin embargo, contaba con un elevado entusiasmo y me esforzaba al máximo por hacer las cosas correctamente. Recibí mucha ayuda de mis compañeros.
Más adelante, escribiré sobre la importancia de los amigos. Pero, es en momentos como estos cuando somos conscientes del verdadero valor de la amistad y el compañerismo.

Recuperamos las antiguas sedes sindicales, las casas del pueblo que Franco había confiscado a los sindicatos después de la guerra civil. A pesar de que la policía nos desalojó después de unas horas, fue un momento decisivo. Las propiedades finalmente volvieron a sus legítimos dueños: los trabajadores.
Los sindicatos contaban con el respaldo de partidos políticos. En el caso de las CCOO, el apoyo venía del PCE (Partido Comunista de España), legalizado tras la restauración de la democracia. Aunque no estaba afiliado a ese partido, comprendía sus reivindicaciones democráticas. Yo prefería trabajar con grupos más pequeños con los que compartía mismos ideales.
Años más tarde, me ofrecieron integrarme en las listas electorales de un partido político, pero decliné. Ahora estoy convencido de que fue la decisión correcta, ya que mi rechazo me permitió comprometerme con otras causas humanitarias desde posicionamentos neutrales (nunca indiferentes).
“Debéis decidir en qué asuntos y cuanto estáis dispuestas a comprometeros para mejorar el mundo. Recordad siempre: la indiferencia y la pasividad perpetúan las injusticias”.
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