De regreso en casa, y sin perspectivas de más intervenciones, todo volvió a la normalidad. Mi trabajo, mis aficiones, mis compromisos sociales, todo aquello que quedó aplazado durante más de dos años, de pronto, llenaban mi vida nuevamente. Y me sentía feliz. 😊
Una de las cosas que más me ha gustado siempre es escuchar música, y hoy sigue siendo así. Tengo mis preferencias, como todo el mundo. Soy un apasionado de la música, y siempre me acompaña cuando leo, escribo o paseo. Si una canción me emociona, la escucho una y otra vez hasta que me canso. No puedo negar que la música de los años 70 y 80 marcó los momentos más significativos de mi vida.
La música tiene ese poder especial de transportarnos a diferentes épocas y evocarnos emociones intensas. Las canciones que escuchamos en nuestra juventud a menudo se quedan grabadas en nuestra memoria para siempre. Pueden hacernos revivir recuerdos, sentirnos más conectados con nosotros mismos y con los demás, y proporcionarnos una sensación de consuelo y alegría.
La música acompaña a todos los jóvenes, independientemente de la generación a la que pertenezcan. Enamorados, tristes, contentos o enfadados, siempre encontramos una canción que nos consuela o nos anima a seguir adelante. Quise aprender a tocar la guitarra eléctrica, pero no se me dio bien. 😏
En vuestro caso, creceréis y descubriréis que la música ocupa un lugar importante en vuestras vidas. Cada momento especial tendrá su propia melodía que siempre recordaréis. Por ejemplo, mientras os escribo esta historia, escucho melodías que me ayudan a concentrarme. Canciones que me gustan y me hacen sentir bien, aunque es cierto que algunas me provocan melancolía, pues me hacen revivir momentos que nunca volverán.
Cuando somos muy jóvenes, nos gustan las canciones que nos cantan mamá o papá, especialmente las que nos hacen dormir o nos animan a jugar y bailar. Es algo natural y muy bonito, y siempre que las recordemos, mamá y papá estarán con nosotros. Nuestros gustos musicales van cambiando con la edad. Por ejemplo, a los catorce años, la música que escuchamos se relaciona con nuestros amigos y amigas con los que compartimos gustos comunes. La música se convierte en una forma de expresión personal y una manera de conectar con los demás; las letras de las canciones reflejan nuestra identidad, nuestros sentimientos y nuestras experiencias.
A medida que crecemos, seguimos explorando y descubriendo nuevos estilos y artistas. Nuestra colección musical se amplía, y podemos llegar a apreciar géneros que antes nos resultaban indiferentes o incluso desagradables. La música también puede ser una puerta a diferentes culturas y épocas, permitiéndonos viajar sin movernos del sitio.
En la edad adulta, la música puede adquirir nuevos significados y funciones. Puede ser una compañera fiel en momentos de soledad, una fuente de motivación durante el trabajo o el ejercicio, y una forma de revivir recuerdos del pasado. Además, es frecuente que las canciones que nos acompañaron en momentos importantes de nuestras vidas se conviertan en verdaderos tesoros emocionales.
Nos pueden gustar diferentes géneros musicales, como el flamenco, el rock, el pop, la música latina o la clásica. Cada generación tiene su propia banda sonora. Yo siempre he disfrutado de la música sin importarme a qué generación pertenece ni las tendencias, ya que me gusta escuchar a los grupos y cantantes de todos los tiempos.
¿Recordáis lo que os escribí sobre los olores? Pues la música tiene los mismos efectos en nuestra memoria. Se ha investigado lo que ocurre en nuestro cerebro cuando escuchamos música, y se ha llegado a la conclusión de que ayuda a expresar los sentimientos, nos hace felices y nos enseña a conectar con otras personas. Por este motivo, escuchar música es una de las mejores cosas que podéis hacer.
El próximo día os contaré más cosas sobre este tema.
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