
Una de las cosas que más deseaba era tener una motocicleta, pero tuve que esperar unos años a recuperarme de las operaciones. Muchos de mis amigos ya tenían el carné de conducir y algunos de ellos poseían motos y coches. Yo no era envidioso 😏, pero pensé que tener un ciclomotor me daría más libertad para recorrer los rincones más impresionantes de la isla.
Eivissa en realidad no es muy grande, y no se necesita un vehículo para llegar a todas partes. Siempre puedes tomar un autobús, un taxi o pedirle a un amigo que te lleve al lugar que desees ir. Pero en aquellos años, los jóvenes a menudo nos marcábamos unos objetivos que considerábamos nos hacían más mayores e independientes. Obtener el permiso de conducir era uno de ellos.
Me gustaban mucho las motocicletas, pero debía asegurarme de que no fuesen muy pesadas ni tuvieran mucha potencia de motor, pues no podría con su peso ni con su aceleración. A mamá y a papá no les gustaba mi interés por las motos; siempre me prohibían que subiera en una, insistiendo en su peligrosidad y en que podría tener un accidente. Esto era verdad, pero yo me sentía fuerte y valiente, además, no creía que me fuera a ocurrir nada malo.
Con el tiempo, logré convencer a mamá y me matriculé en una autoescuela para aprender el código de circulación, lo cierto es que para pilotar una moto pequeña no tenías que realizar ningún examen, pero yo prefería aprenderme las normas de tráfico antes de salir a la calle con un vehículo de motor. Tras unos meses estudiando, solicité el permiso de conducción de motocicleta de pequeña cilindrada. Me encontraba muy emocionado, pero ya sabéis, no disponía de dinero suficiente para comprarme una moto, aunque fuese de segunda o tercera mano.

Logré convencer a un amigo para que me prestara una de las tres o cuatro que tenía. Me dejó una muy vieja y pequeña (parecía fabricada para un gnomo del bosque), pero me sentí muy feliz y contento. Con ella, me movía al trabajo y al campo para hacer fotografías. Tras varios meses sin accidentes y conduciendo con cuidado, mamá por fin confió en mí.
Con el tiempo, pensé que quizás podría conducir una motocicleta más potente; para ello necesitaba una nueva licencia, así que me volví a matricular en la autoescuela y, tras unas semanas, aprobé los exámenes. Tenía algo de experiencia, pero nunca había conducido una moto de marchas (esas que para cambiar de velocidad hay que manejar un pedal con el pie), y precisamente esa era la parte de mi cuerpo en la que tenía mayor dificultad.
Mi compañero de trabajo Manolo me propuso comprar su motocicleta usada, ya que él pretendía comprarse una más potente. Como seguía sin haber podido ahorrar, me hizo una oferta: pagársela a plazos a un precio muy razonable. No lo dudé y acepté. Lo que no sabía era cómo se lo iba a explicar a mamá. Pero lo hice un día que la encontré simpática. Quizás ya se había resignado y confiaba en que no conduciría de forma imprudente, así que no me regañó. 😁
Mi nueva motocicleta era de la marca Bultaco, diseñada para circular por caminos y subir pendientes, pero lo más importante: podía cambiar las marchas utilizando el pie que no operado. Con ella me lo pasaba muy bien. Casi todos los días visitaba un faro que se llama Botafoc, cerca del puerto, donde podía fotografiar el mar y observar los grandes barcos que entraban y salían del puerto. En ocasiones me quedaba hasta muy tarde para fotografiar las puestas de sol y la luna.
En ese lugar era muy feliz; me sentía parte de la naturaleza e imaginaba que vivía en el faro. Al igual que las naves espaciales, siempre me han gustado los faros. No sé explicar las razones, pero desde niño, soñaba con vivir en uno de ellos, quizás en uno que estuviera ubicado en una isla desierta.
Es algo con lo que aún sigo soñando. 😊

Los faros son torres altas cerca de la costa o en islas que emiten una luz muy potente y sonido para guiar a los navegantes y así evitar choques con rocas. Los hay de distintas categorías, pero me daba igual vivir en uno pequeño. Hoy en día, casi todos los faros son automáticos y no necesitan personas que los habiten. Estas personas encargadas de su cuidado y mantenimiento se llaman Técnicos Mecánicos de Señales Marítimas, aunque todo el mundo las conocía por el nombre de fareros. No creáis que era una profesión fácil: debíais superar un examen difícil para que os contrataran.
Una motocicleta como la mía, te daba una sensación de libertad, como se puede observar en las películas del oeste norteamericano, con los vaqueros y vaqueras que emprenden largos viajes por praderas y caminos cuidando sus rebaños y durmiendo al aire libre. Es cierto, puedes moverte como quieras y sentirte más independiente, pero debes tener precaución y respetar las señales de tráfico, el código de circulación y a los peatones:

Comprar una motocicleta es una decisión importante. Cuando tengáis la edad para conducir, es fundamental hablarlo con vuestra mamá y papá y prometerles que seréis prudentes. Antes de comprar una motocicleta, debéis aprender a montar en bicicleta. Con ella, podéis recorrer muchos lugares de forma ecológica y segura.
Antes de comprar una motocicleta, debéis aprender a montar en bicicleta. Con ella, podéis recorrer muchos lugares de forma ecológica y segura.

“Eso sí, no olvidéis respetar las normas de tráfico y llevar siempre el casco puesto”. ⛑️»Tu principal objetivo será evitar poner en peligro tu vida y la de los demás».
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