
Cuando una pareja decide compartir la vida, no todo es sencillo. Cada uno aporta su personalidad, hábitos y perspectiva a la relación. Es como un mecanismo que, gradualmente, debe ajustarse para funcionar armónicamente. Algunas parejas, lamentablemente, no sobreviven los primeros meses o años y prefieren separarse pronto.
“Como si cada pieza siguiera su propio camino, desgastándose al rozar con las demás.”

En estos casos, el amor no basta para resolver los problemas. Es fundamental utilizar la mente y esforzarse por comprender y respetar el carácter, los sentimientos e ideas de la pareja. Recuerda que cada uno es independiente, incluso al iniciar la convivencia. No es tu “media naranja”; ambos sois personas completas.
“Estar junto a una media naranja es muy monótono; es preferible una naranja completa.”
Si eres comprensiva y respetuosa con la singularidad de tu pareja, el mecanismo funcionará cada vez mejor. Como el reloj que necesita cada engranaje en su lugar correcto para marcar el tiempo con precisión, así es la relación, que requiere de cada parte funcionando en armonía para perdurar.
Cuando decidáis empezar una vida en común, es aconsejable establecer metas que os motiven e ilusionen a ambos, respetando la libertad de pensamiento de vuestra pareja y evitando la violencia y la imposición de vuestros criterios personales.

La abuela y yo iniciamos nuestra vida en común después de poco más de un año de relación. Nos casamos en diciembre de 1983. Aunque no teníamos muchos recursos y algunas personas cercanas dudaban de la duración de nuestro matrimonio, estuvimos juntos casi treinta años. Ya os he contado que nos conocimos por correspondencia y solo pudimos vernos unos pocos días antes de casarnos. Pero, a pesar de los obstáculos, nos queríamos, estábamos ilusionados y decididos a estar juntos.
Para nosotras, nuestra relación consolidada con cada carta que nos escribíamos, donde cada palabra y gesto contaban, nos llevó a desear compartir nuestras vidas.
Ya había renunciado a mis creencias religiosas, por lo que no deseaba una boda por la Iglesia. La abuela y yo lo discutimos y ella fue comprensiva; aceptó mi opción. Yo también tuve que ceder en algunas cosas: vestir con traje y corbata, casarnos en Granada y aceptar la celebración de un banquete de bodas organizado por su padre.
Todo transcurrió muy bien, aunque la cantidad de invitados y la atención centrada en nosotros me abrumaba un poco. Por ello, estaba nervioso y bastante confundido. En el banquete, alguien nos regaló un conejito, asegurando que nos traería buena suerte. Quería tenerlo como mascota, pues ya sabéis que amo a los animales, pero al día siguiente de la boda, la bisabuela lo cocinó para hacer un arroz. Me enfadé mucho, pero ya no había nada que pudiera hacerse. De todas formas, yo no probé la comida. 😠

Otra situación que me molestó mucho fue la conversación que un familiar de la abuela mantuvo conmigo. Sujetó mi corbata y me advirtió que vigilaría mi comportamiento con la abuela. Esto me ofendió profundamente; siempre me he considerado una persona respetuosa y pacifica. Ya os conté que, por enfermar de polio, he sufrido acoso y episodios de violencia durante algunos años, pero jamás he recurrido a la violencia contra nadie. Siempre he procurado el uso de la palabra y el razonamiento para resolver las disputas.
Igual que nuestro antepasado D. Poveda, las palabras son mis herramientas, y el razonamiento, mi escudo. Nunca he necesitado más para defender mis creencias y valores.
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