
Unos días después de la boda, nos fuimos de luna de miel a Aranjuez y Toledo. No estoy muy seguro de la razón por la que escogimos esas ciudades, pero no me arrepiento, ya que son realmente hermosas. En Aranjuez quisimos visitar el famoso «Jardín del Príncipe», pero un policía nos prohibió entrar. Parecía enfadado y muy serio, y nos dijo que no podíamos entrar porque “lo están visitando sus majestades” (los reyes de España en ese momento eran Juan Carlos I y Sofía).
A mí me pareció muy injusto, pero tuvimos que resignarnos. A pesar de ello, pude sacar algunas fotos en otros lugares del recinto, también muy bonitos (os he subido una foto de Aranjuez que realicé durante ese viaje). Solicitad a mamá que os busque en Internet el Concierto de Aranjuez, compuesto por Joaquín Rodrigo. Estoy convencido de que os encantará; escuchando esa pieza, comprenderéis por qué Aranjuez es maravillosa.

Aranjuez y Toledo son dos ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aranjuez es famosa por su palacio real y sus jardines, entre los que sobresale el Jardín del Príncipe. Toledo es conocida como la ciudad de las tres culturas, ya que ha estado habitada durante siglos por cristianos, judíos y musulmanes. Todas estas culturas dejaron su huella en su arquitectura, arte y gastronomía.
Otro incidente durante el viaje fue cuando el tren se estropeó a mitad de camino. Nos tuvieron toda la noche parados en mitad de un campo sin darnos ninguna explicación. Yo estaba preocupado por la abuela porque en el vagón todas las personas eran extrañas para nosotros. No sabíamos cuánto tiempo tardaría en arreglarse la avería y no estábamos preparados para esta situación.
“La abuela tenía 20 años y yo apenas 24, éramos muy jóvenes e inexpertos”.

Al amanecer, finalmente arreglaron la avería y llegamos a la estación. Como única compensación, nos dieron una botella de agua y dos magdalenas. 😂
Después del viaje de novios, volvimos a Eivissa, donde yo tenía mi trabajo en el taller metalúrgico. Decidimos alquilar un piso y vivir como una pareja normal. Vuestra abuela no era feliz en la isla, y lo entiendo. Un idioma y costumbres distintas, lejos de sus padres y sin el apoyo de sus amigas. Yo tampoco lo era con mi situación laboral. Aunque había progresado en mi profesión, entendí que ese era el nivel máximo que podría alcanzar en ese lugar.
Ya sabéis que soy muy inconformista. Además, otros problemas con mi padre empezaban a afectarnos como pareja. Amaba estar con la abuela; éramos un matrimonio joven con objetivos comunes, y nos queríamos a pesar de las dificultades. Pero todos nuestros problemas pesaban, y reflexionamos que quizá lo mejor era dejar la isla e irnos a vivir a Granada.
El bisabuelo de Granada deseaba ayudarnos, y así lo hizo durante todo el tiempo que lo necesitamos. En 1984 decidimos ir a vivir a Granada, despidiéndonos de la isla para siempre. Fue una decisión dura para mí; dejaba todo un modo de vida, a mi madre y padre, mis amigos, mis costumbres y cultura, todo aquello que me hizo vivir momentos muy felices.
Una parte esencial de mi identidad se quedó atrás definitivamente, pero esto ya lo había hecho la abuela un año antes, así que yo no podía ser injusto y egoísta. La abuela ya se encontraba embarazada de nuestra primera hija (la mamá de Cayetana y Rafa), y la bisabuela la cuidaría durante todo ese proceso.

La vida, en muchas ocasiones, os situará ante encrucijadas que os obligarán a tomar decisiones que no solo os afectarán a vosotras, sino también a las personas que comparten vuestra vida. En esos momentos, debéis tomar decisiones que pueden resultar dolorosas, pero que, por otro lado, pueden abrir el camino a nuevas experiencias y oportunidades para seguir creciendo y ser felices.
“Es muy importante que cuando toméis estas decisiones lo hagáis con plena consciencia asumiendo los cambios que conllevan”.
En el próximo capítulo os contaré cómo fue ese gran cambio para ambos.
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