
Con el tiempo, mis problemas de salud empeoraron y los viajes constantes me causaban fuertes dolores en mi columna y pierna intervenida. Así que, decidí opositar a la función pública (son unos exámenes que te permiten trabajar en la administración del Estado). Por ejemplo, las maestras y los maestros, además de ir a la Universidad, han tenido que realizar estas pruebas para poder dar clases en los colegios.
Ya conocéis mi experiencia como sanitario en Cruz Roja, así que pensé que lo más acertado podría ser opositar a hospitales y centros de salud. Antes de ello, me inscribí en una bolsa de trabajo (es como una lista donde te apuntas para hacer sustituciones de los trabajadores y trabajadoras que se van de vacaciones o caen enfermos). Cada vez que te llamaban te anotaban puntos y, cuantos más sumabas, más posibilidades tenías de trabajar en centros más importantes y cercanos a tu hogar.
A pesar de mis dificultades, me registré como conductor de ambulancias, ya que tenía mucha experiencia en ese trabajo (Cruz Roja). Al principio, me llamaban de lugares lejanos y en ocasiones solo para una sustitución de un día, pero no me importaba, siempre tenía presente que era lo mejor para nuestra familia y nunca me quejé a pesar de los dolores físicos cada vez más intensos.

Para desempeñarse como conductor de ambulancias, es fundamental ser muy responsable y completar un curso de formación especializado denominado Técnico en Emergencias Sanitarias (TES). Este es un trabajo exigente y, a menudo, desafiante, ya que no solo debes ser un conductor excepcional, sino también dominar todos los equipos y herramientas con los que están equipados estos vehículos.
Ya sabéis que a mí siempre me ha gustado estudiar, y por esta razón me inscribí en todas aquellas acciones formativas que me permitían obtener conocimientos específicos. No he contado los diplomas y certificados que poseo, pero quizás son más de cien. No quiero que penséis que busco presumir de ello; simplemente creo que es crucial aprender durante toda la vida. Cada nuevo conocimiento no solo me capacita para realizar mi trabajo con mayor eficacia, sino que también me brinda la oportunidad de compartir lo aprendido. Me acredité como instructor y ayudé a muchas compañeras y compañeros transmitiéndoles mis conocimientos, algo de lo que me siento especialmente orgulloso.
Las ambulancias modernas son muy sofisticadas; en algunas, incluso es posible realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas, pues están equipadas con todo lo necesario. Os hago una lista:
- Camilla.
- Desfibrilador.
- Monitor de signos vitales.
- Equipo de oxigenación.
- Botiquín de primeros auxilios.
- Sistema de inmovilización.
- Kit de acceso vascular.
- Equipo de inmovilización y extracción.
- Medicinas.
- Y muchos más.
A muchas personas les divierten sus luces y sirenas, pero solo están activadas cuando trasladan a una persona al hospital, por lo que es muy importante respetarlas y darles prioridad cuando nos las encontremos.
¿Sabéis que existen varios tipos de ambulancias? Están las medicalizadas, en las que, además de la conductora o el conductor, viajan una doctora y una enfermera. Se llaman SVA (Soporte Vital Avanzado). Las SVB (Soporte Vital Básico), en las que suelen acompañar a la conductora una enfermera o una persona ayudante. Y, por último, las de transporte colectivo (TC), que son aquellas que trasladan a las personas a los centros de salud o residencias y que no requieren cuidados especiales.

En la bolsa de trabajo me mantuve bastante tiempo, era un trabajo muy estresante y agotador. En la mayoría de las ocasiones tenía que madrugar mucho y recorrer muchos kilómetros hasta llegar al Centro de Salud. Algunas personas llegaban enfadadas a la consulta del doctor, quizás debían esperar su turno un buen rato y ello incrementaba su malestar y enfado. En ocasiones su conducta era violenta, lo que incrementaba tu estrés. Pero en la mayoría de los casos las personas que acudían al Centro de salud eran amables y respetuosas.
Unos años después de inscribirme en la Bolsa de sanidad, la Junta de Andalucía (es el Gobierno de la comunidad), convocó las oposiciones al Servicio Público Sanitario y decidí opositar a las pruebas (presentarme para realizar las pruebas oficiales). El examen no fue muy difícil y lo aprobé. Me entregaron un diploma y un carnet que certificaba que ya era funcionario de los Servicios de Salud de la Administración Pública de Andalucía.
Mi primer lugar de destino fue en la ciudad de Motril, en Granada. Motril está situada en la costa, así que allí sí podía ver el mar😊. Este centro no disponía de ambulancias, por lo que mi trabajo consistía en abrir y cerrar las puertas (en el turno de trabajo debía llegar el primer y salir el último), además, controlar el almacén de medicamentos, el material de curas, rellenar impresos y realizar algunas tareas administrativas con el ordenador.
Pasó un año y solicité el traslado a un centro de salud más cercano a mi casa. Allí tampoco tenían ambulancia, por lo que realizaba las mismas tareas que en Motril. Con el tiempo, me encomendaron funciones más importantes, y finalmente, me nombraron responsable de la Secretaría de Dirección. Un trabajo de mucha responsabilidad, pues allí trabajaban más de treinta profesionales, como doctoras, enfermeras, trabajadoras sociales, auxiliares de clínica, administrativas, celadoras y otras personas que realizaban prácticas y guardias de urgencia.
Mi tarea era gestionar la burocracia (son las actividades y trámites que hay que seguir para resolver un asunto de carácter administrativo). Mis conocimientos en informática y estudios previos me ayudaron mucho. Todas estas experiencias me enseñaron la importancia de la perseverancia (no rendirse nunca), y el deseo constante de aprender y progresar.

Mi carrera profesional se vio interrumpida por un accidente laboral que me provocó una lesión importante en mi pie afectado por polio, por la que tuve que ser operado nuevamente. Esta intervención requirió una recuperación de más de un año. Durante este tiempo, los inspectores médicos de la Seguridad Social me propusieron que dejara de trabajar en el Centro de salud. Consideraban que podría lesionarme nuevamente, así que me inhabilitaron para mi trabajo habitual a cambio de una retribución económica mensual. Acepté esta propuesta, ya que me permitiría explorar otras oportunidades sin el riesgo de tener más lesiones.
Aunque fue un momento difícil y cierta preocupación, lo vi como una oportunidad para redirigir mi vida profesional. Por aquel entonces, había comenzado nuevos estudios universitarios, estaba muy ilusionado por terminarlos y ejercer en esa nueva disciplina. Me centré plenamente en mi formación académica, lo que me dio un renovado sentido de propósito y la esperanza de un nuevo futuro.
Ya os contaré más adelante sobre esta nueva aventura educativa y cómo me permitió descubrir una nueva pasión y encontrar un propósito renovado en mi vida profesional. Este cambio fue acompañado otros momentos dolorosos (también os lo contaré), pero la vida me brindó la oportunidad de reinventarme y seguir adelante con más fuerza y determinación.
Os quiero. 😘
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