Un día me puse a reflexionar sobre cuántas amigas y amigos podría tener, e hice una lista mental. En ella memoricé los nombres de todas las personas que conocía y me saludaban con una sonrisa cuando me las encontraba por algún lugar. En mi lista mental llené muchos folios. Estoy seguro de que a vosotras también os pasará lo mismo. Es verdad que tengo alguna ventaja, ya que me conocen muchas personas por mi trabajo en la sanidad pública, en Cruz Roja y otros lugares parecidos, pero esto también lo podéis conseguir vosotras si os acercáis al corazón de las demás.
Es cierto que no recuerdo bien el nombre de algunas de ellas (son cosas que pasan cuando vas cumpliendo años y te vuelves un poco desmemoriado), pero esto no es lo importante. Lo fundamental es que a todas esas personas las sitúo en el contexto donde las conocí, y me doy cuenta de lo valioso que es haber estado presente en algún momento de sus vidas.
Tengo muchas amigas y amigos especiales, y es imposible mencionarlos a todos. Pero puedo presentaros a algunos de ellos:
Mi amiga Leo, que me ha animado y ayudado con sus consejos a escribir esta historia de vida. En ocasiones se encuentra muy malita, pero nos cuidamos mutuamente y la quiero mucho. A ella también le gusta la fotografía.
Mi amigo José Antonio es peluquero y también lo quiero mucho. Durante bastantes años trabajó en una peluquería y nunca quiso que le pagara nada por cortarme el cabello. Mis amigos Manolo, Juan José y su hermano Miguel, son abogados y me han acompañado en momentos difíciles. Mi amigo Julián trabaja en un comercio de ordenadores y también lo siento muy cerca, pues siempre hablamos de temas de familia y nos hemos aconsejado mutuamente. Me regalaba entradas para el cine.
Paco y Rafa (que ahora también se encuentra muy enfermo, pues, necesita un trasplante) son vigilantes de seguridad, muy altos y fuertes. Prestan sus servicios en el Centro de Salud donde yo trabajaba. Siempre han sido muy amables conmigo. Mi amigo Enrique es doctor y me receta las medicinas que necesito. Me da un abrazo cada vez que me ve.
Mis amigos Manuel, que trabaja en la ONCE, Luis y Arantxa, que tienen un comercio de artesanía. Cuando pasan unos días sin noticias mías, me llaman por teléfono preocupándose por mi salud.
Mi perrita Jacky (que ya se murió, pues era muy mayor)..
También están: Manuel, Teresa, Francisco, Arturo, Salvador, Pilar, M.ª José, Pedro, Antonio, Alfonso, Rubén, Mario, Maribel, Luisa, Juan, Pepe, Silvia, Alberto y muchas más que, cuando los encuentro en algún lugar, siempre me saludan y me sonríen. Mis compañeras y compañeros del Centro de Protección de Menores donde trabajo como educador social.
Pero especialmente tengo a mi hermana Ana y mi hermano Juanca, quienes, aunque viven lejos, siempre están pendientes de mi bienestar.
Tengo mucha suerte, tengo miles de amigas y amigos. A veces me pregunto si los he valorado lo suficiente, si he sido un buen amigo para ellos como lo han sido para mí.
Siempre os aconsejaré que no descuidéis la amistad, cuidadla y alimentadla tal y como lo hacen las jardineras con las plantas de los parques. Imaginad a cada amiga y amigo como una flor única en esos jardines, y sin importar su forma ni su color, pues por sí mismas, ya son valiosas. Esto es lo que las hace especiales.
La amistad se esconde en lugares inesperados y cada encuentro, aunque sea muy breve, deja una huella en tu corazón. Practicad la amistad, pues es una de las cosas más importantes de la vida.
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