Hoy quiero compartir con vosotras una experiencia que viví en el Centro de Protección de Menores. Como ya os he contado, es un lugar donde viven chicos y chicas que no pueden estar con sus familias. Como en cualquier entorno, hay desafíos a los que nos enfrentamos todos los días. Los menores y los educadores, pasamos mucho tiempo juntos. Esto nos enseña a convivir, respetarnos y resolver nuestros problemas de la mejor manera posible.
Uno de los mayores retos es reducir las discusiones y desacuerdos. A veces, cuando alguien se siente herido o frustrado, puede pensar que el enojo y la violencia son la única forma de expresar y solucionar sus conflictos. Es importante recordar que podemos enfrentamos a los problemas y situaciones de la vida de diferentes maneras.
Aprender a adaptarnos con respeto y empatía es una habilidad valiosa que nos ayudará en cualquier circunstancia y es clave para una buena convivencia.
La violencia nunca es la solución. Lo primero que debemos hacer es reconocer el problema y estar dispuestos a solucionarlo. Este es el primer paso hacia una convivencia más armoniosa.
Incluso las personas más tranquilas, como yo, podemos perder los nervios. Hace unos días, dos chicos del Hogar discutieron por una frase malinterpretada, lo que llevó a una pelea con empujones y duras palabras. Todas hemos podido ver en el cole o en la calle situaciones similares. Es normal sentirse así a veces, pero lo importante es controlar nuestras emociones. Aunque no es fácil, se puede aprender.
En lugar de reaccionar con ira o violencia, podemos respirar profundamente, hablar con calma o alejarnos del conflicto para pensar con claridad.
Ante la fuerte discusión de esos dos chicos, decidí mantener una conversación con ellos y reunirnos en una sala tranquila donde pudiéramos expresarnos libremente. Dialogamos durante más de una hora y todos tuvimos la oportunidad de manifestar nuestros sentimientos y emociones. Uno de los chicos, confesó que sus arranques de ira eran una forma de liberar la frustración acumulada tras pasar por momentos complicados, siendo muy difícil para él controlarlos. Pocos minutos después, pudo calmarse y reconocer su mal comportamiento pidiendo perdón a todos nosotros. ¿Sabéis?, esto es muy importante; reconocer que nos hemos equivocado pues, a partir de este punto, será más fácil controlar nuestros impulsos.
Ante cualquier problema con las personas con las que convivimos, debemos preguntarnos si confiamos en ellas y las valoramos, si es así, la solución ante cualquier conflicto estará a nuestro alcance.
En el centro, los chicos confían en mí porque sienten que los escucho y los valoro, pero les insisto en algo fundamental: todos los compañeros, compañeras, educadores y educadoras de nuestro hogar merecen ser escuchadas y respetadas. La empatía y el diálogo son esenciales para resolver conflictos.
La empatía es la capacidad de entender cómo se siente el otro.
A veces, nos cuesta ponernos en el lugar del otro, pero, si lo hacemos, puede cambiarlo todo. Recordad que cuando surgen problemas, es mejor hablar sobre ellos que quedarse en silencio o responder con enojo.
En la vida siempre encontraremos momentos difíciles, pero al afrontar esos desafíos con empatía, respeto, confianza y diálogo, podemos convertirlos en valiosas lecciones. No solo mejoramos el ambiente a nuestro alrededor, también crecemos como personas, aprendiendo a enfrentarnos con madurez los retos que la vida nos presenta.
Recordad que os quiero mucho y espero que estas lecciones, os sean tan útiles como lo han sido para mí a lo largo de mi vida.
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