
📱 Están en tu móvil, en los coches eléctricos y hasta en los satélites
Aunque su nombre suene raro, las tierras raras no son tierras… ni tan raras. Son un grupo de 17 elementos químicos con nombres curiosos —como neodimio, lantano, europio o disprosio— que tienen una capacidad especial: ayudan a crear imanes muy potentes, a hacer brillar las pantallas y a reducir el tamaño de muchos dispositivos.
Gracias a ellos podemos tener móviles ligeros, coches eléctricos silenciosos, molinos de viento que generan energía limpia o auriculares diminutos con sonido potente. Están también en consolas, tablets, satélites, sistemas GPS y en muchos aparatos que usamos a diario sin saber lo que llevan dentro.
Sí, están más cerca de lo que pensamos:
- Móviles y ordenadores
- Baterías de coches eléctricos
- Aerogeneradores (molinos de viento)
- Pantallas táctiles
- Imágenes médicas
- Satélites, drones y hasta misiles

🌍 ¿Por qué son tan importantes?
Porque sin ellas no se puede fabricar tecnología moderna. Y quien controla estos materiales, tiene más poder en el mundo actual: económico, militar, comercial… Por eso las grandes potencias —como China, Estados Unidos, Rusia o la Unión Europea— compiten por tener acceso a ellas.
⚠️ ¿Y por qué generan conflictos?
Porque no están repartidas de forma justa.
China, por ejemplo, controla más del 80 % de la producción mundial. Esto le da una ventaja enorme en la fabricación de tecnologías avanzadas. Por eso, otros países —como Estados Unidos o la Unión Europea— buscan tener más autonomía y menos dependencia de China.
En este contexto, Ucrania ha despertado un gran interés, especialmente por parte de Estados Unidos, ya que su subsuelo guarda importantes reservas de tierras raras aún poco explotadas. Esa riqueza mineral es otro de los motivos, no siempre visibles, que convierten a Ucrania en una pieza clave en el tablero internacional.
Pero no es tan sencillo. Extraer tierras raras es caro. Puede ser muy contaminante. Y muchas veces afecta a personas y territorios que no tienen la oportunidad de decidir qué hacer con sus recursos.
- Y ahí empieza el problema: ¿Quién decide? ¿Quién gana? ¿Y quién pierde?
💬 ¿Y qué tiene que ver esto con mi familia?
Mucho más de lo que parece.
Porque toda esa tecnología que usamos a diario —el móvil que cargamos al despertarnos, la tablet donde ven sus dibujos, el ordenador con el que trabajamos o jugamos— depende de estos materiales que vienen de muy lejos y que muchas veces ni nombramos.
Y si no hablamos de ello en casa, si no nos preguntamos de dónde vienen las cosas o a qué precio se fabrican, acabamos usando sin pensar, consumiendo sin cuidar y tirando sin reparar.
Hablar en familia sobre las tierras raras no es para hacer una clase de ciencias ni para echar culpas, sino para entender el mundo y abrir conversaciones valiosas con nuestras hijas e hijos.
Preguntas como:
— ¿Sabías que dentro de este móvil hay minerales que se sacan de la tierra?
— ¿Y que hay países que discuten por ellos?
— ¿Crees que hace falta tener siempre el último modelo?
No se trata de tener todas las respuestas, sino de crear ese espacio donde pensar en común. Porque educar también es mirar el mundo con otros ojos, juntos.

🧠 ¿Qué podemos hacer en casa?
- Valorar lo que tenemos. No cambiar de móvil porque sí.
- Reparar o donar antes de tirar.
- Reciclar bien los aparatos electrónicos.
- Hablar con niñas y niños sobre el origen de las cosas.
- Preguntar: ¿quién fabrica esto?, ¿con qué recursos?, ¿a qué coste?
🌱 Porque conocer también es cuidar
Conocer qué son las tierras raras es abrir la puerta a la conciencia crítica. Es darnos cuenta de que detrás de cada móvil, cada batería o cada pantalla hay una historia, unos recursos naturales y unas personas. No se trata de sentirnos culpables, ni de asustarnos con todo lo que hay detrás. Se trata de aprender, de preguntar, de conversar.
Porque cuando entendemos cómo funciona el mundo, también podemos tomar decisiones más justas: al usar mejor lo que ya tenemos, al enseñar a nuestras hijas e hijos a valorar lo que tienen, al exigir que las cosas se fabriquen con respeto por el planeta y por las personas.
No todo depende de nosotros, es cierto. Pero cada gesto cuenta. Y educar también es eso: enseñar a mirar más allá de la pantalla.
Recordad que os quiero mucho.
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